Anando le preguntaba a Osho:
“Anoche escuché que te referiste al zen como ‘el gran
romance’. Sin embargo, casi nunca el amor o la compasión se mencionan en
anécdotas Zen o discursos de los maestros. ¿Por qué ocurre esto?
La respuesta de Osho:
"Anando, cuando amas a una persona, no lo acosas
diciéndole “te amo” una y otra vez, de lo contrario te mataría. Hay un límite
para cuánto puedes escuchar “te amo”. Uno se cansa.
Simplemente inténtalo con cualquier amante y verás cuánto
dura el amor. El novio o la novia desaparecerá porque puedes comer dulces, pero
hay un límite, de lo contrario, lo que sigue es la enfermedad.
El zen nunca menciona el amor. Mi propia opinión es que el
hombre zen simplemente ama como respira. No es nada especial, no hay necesidad
de mencionarlo. ¿No sientes mi amor, aunque nunca lo digo? ¿Quieres que te lo
diga una y otra vez?
El zen no lo dice, es un gran indicio de que lo entiende. El
amor no debe mencionarse, sino mostrarse en cada gesto, a través de tus ojos, a
través de tus manos, a través de tu silencio. Debe irradiar a tu alrededor. Es
lo mismo con la compasión. Tampoco se menciona…
El amor verdadero no tiene palabras para expresarse. El amor
verdadero es una presencia, puedes sentirlo. Te rodea como el viento, llueve
sobre ti como la lluvia. Una rosa no dice: “¡Qué bella soy!”. Y si las rosas
comienzan a estudiar a Dale Carnegie y empiezan a decirte: “¿A dónde vas,
cariño? Te quiero mucho. Y soy tan linda”, tendrás que decir: “¡Cállate! Sé
sólo una flor, ¡no me molestes!” ¿Qué más puedes hacer?
Tu pregunta es muy exacta. El zen es amor y el zen es
compasión, pero no hay necesidad de hacer un manifiesto, una declaración de
ello. En profundo silencio: La transmisión de la lámpara.
Osho, The Original Man
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