Casi todos los síntomas físicos son el reflejo de lo que ocurre en nuestro interior, son valiosas informaciones que nuestro cuerpo nos transmite, acá te vamos a contar las causas emocionales de la dismenorrea, de qué te avisa tu menstruación. La dismenorrea es un síntoma menstrual que consiste en la aparición de dolores agudos e intermitentes durante la regla, ya sea por anomalías de vascularización uterina, problemas hormonales o psicológicos. El dolor no es inherente a la menstruación; pero sí frecuente. Cuando ese dolor sobrepasa cierto umbral –por intensidad o por duración-, hablamos de dismenorrea, también denominada algomenorrea.
Se denomina algomenorrea a las menstruaciones dolorosas, se utiliza también el término dismenorrea. Este último significa “menstruación dificultosa” y se utiliza más frecuentemente que algomenorrea.
Suele ser una alteración común que afecta a más del 30% de las mujeres en edad fértil. Su intensidad puede variar desde simples molestias a un dolor que impida la realización de las tareas habituales e interfiera en la vida social y sexual de la mujer. Comienza con molestias entre dos a cinco días antes del inicio de la menstruación y desaparece al finalizar la misma. La intensidad del dolor es variable durante estos días siendo generalmente mayor los días de más sangrado. Es común que se acompañe de cefalea, dolor de piernas, tensión o dolor mamario, irritabilidad, retención de liquido, etc.
Si bien se trata de una afección muy frecuente no debe considerarse normal, siempre debe consultarse con el ginecólogo. El hecho de que la mayoría de las ALGOMENORREAS o DISMENORREAS no sean producto de una dolencia importante, muchas veces enmascaran enfermedades que tratadas a tiempo evitarían secuelas irreparables.
Se trata de un síntoma que puede afectar a cualquier mujer. Si tomamos la edad como referente, podemos establecer dos categorías:
Los síntomas más distintivos de la dismenorrea son calambres en las piernas, dolor pélvico o abdominal agudos, dolor en la parte baja de la espalda, así como dolores de cabeza, náuseas, mareos y vómitos. La dismenorrea también deja secuelas anímicas, ya que a menudo aparece asociada a cuadros clínicos de ansiedad y depresión.
Vamos a analizar la dismenorrea desde una óptica estrictamente biológica. Vamos a diseccionar el sentido biológico de este síntoma menstrual y, con ello, obtendremos su descodificación biológica para conocer y comprender qué circunstancias y conflictos emocionales se esconden detrás de los dolores menstruales.
Todos los problemas relacionados con la menstruación responden, en origen, a un rechazo inconsciente de la propia feminidad. Situaciones en que la mujer vive su sexualidad no sólo con culpa sino también con un profundo sentimiento de suciedad; como algo incluso pecaminoso. Esto, obviamente, genera un enfado interno y un odio hacia su cuerpo y hacia lo que supone y representa ser y comportarse en la vida como mujer.
La mujer que sufre dismenorrea expresa con este síntoma ginecológico un rechazo a su imagen femenina y, sobre todo, a las normas y reglas, ya sean culturales o sociales, que son vistas como condicionantes y denigrantes. Reglas que someten; reglas que limitan y coartan su libertad física y emocional. Siempre son, en el fondo, conflictos relacionados con la aceptación de la feminidad.
El Proyecto Sentido y la primera infancia de la mujer pueden aportar información vital para entender los programas inconscientes que conducen a la dismenorrea. Muchas veces, las normas intra-familiares con respecto a los rangos de hermandad, así como la relevancia y funciones asignadas a hijos e hijas generan una suerte de conflicto programante que se acentúa a partir de la pubertad.
La joven interioriza que ser mujer sólo implica inconvenientes como, por ejemplo, gozar de menor permisividad o verse desposeída de su legítimo rango de primogenitura -sólo por ser mujer- en favor de un hermano varón nacido después, etc.
Los mareos que a menudo aparecen con la dismenorrea constatan la existencia de ese miedo por no tener el control y el dominio de su propia vida, por verse tutorizada y condicionada por normas y pautas que le son impuestas y que, lógicamente, no comparte.
Además, puede haber recibido, por parte de sus padres, serias advertencias –explícitas e implícitas- de los peligros de un embarazo prematuro y no previsto. Esto inculca en ella el sentimiento de culpabilidad y la visión de su sexualidad como algo prohibido y sucio. La dismenorrea expresa, como vemos, sentimientos de culpa y angustia en la mujer. Culpa que inconscientemente desencadena ese deseo de autocastigo con un dolor que nunca contribuye a mejorar su situación emocional.
Cuando la dismenorrea se presenta acompañada de vómitos o náuseas implica no sólo una situación emocional de miedo y temor sino también un drástico rechazo de los cánones socio-culturales y las normas disciplinarias familiares que le han sido impuestas e inculcadas desde la niñez. Las náuseas implican, más concretamente, un sentimiento de asco hacia ese modelo femenino que se rechaza y posiblemente haga referencia también a experiencias y situaciones vividas en el pasado por la propia mujer.
Obviamente, todas estas situaciones que se suscitan alrededor de la dismenorrea no tendrían lugar sin la existencia de una desvalorización sexual vivida con enfado e ira.
Conviene observar a fondo el estudio del transgeneracional porque a veces la causa programante de la dismenorrea se encuentra en memorias de abortos ocurridos en generaciones anteriores, niños nacidos con malformaciones, mujeres que fueron forzadas por sus maridos o parejas a mantener relaciones o sucesos de carácter sexual fuera de la norma –grandes diferencias de edad en la pareja, incestos, etc.- que han quedado relegados al silencio en la memoria del clan como hechos vergonzosos e innombrables.
La mujer que sufre dismenorrea no sólo rechaza su feminidad y el modelo de madre/pareja/mujer que para ella ha supuesto su madre sino también las normas y roles que le son impuestos en razón de su sexo por considerarlos limitantes e injustos. Le gustaría poder evitar todos esos condicionantes y esas pautas preestablecidas que recibe desde la niñez. El hecho de no poder –o no saber- evitarlo, la lleva a sentir ese rechazo con miedo, temor y enfado, además de ira por considerar que no puede tomar pleno control de su vida.
Toda mujer con dolores menstruales ha de analizar, con ayuda de un terapeuta, las situaciones y posibilidades expuestas para tomar conciencia de cuáles han incidido o están incidiendo con mayor fuerza en su vida. Desde la comprensión que obtenga podrá contemplar su vida con una capacidad muy distinta que, entre otras cosas, le permitirá darse cuenta de que muchas veces lo que ha interiorizado como normas presuntamente inamovibles no son sino creencias.
Las creencias se pueden cambiar y, con ello, disolver las emocionales dañinas que causan la enfermedad. De este modo, la mujer estará en disposición de revisar, corregir o deshacer patrones impuestos que le impiden reconocerse, valorarse y respetarse en plenitud y armonía consigo misma como mujer, como madre, como pareja, como SER libre de ataduras.
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